Los días de clase se van terminando, las pruebas empiezan a dar los últimos pronósticos, el calor se hace sentir en el aula, los profesores muestran síntomas de cansancio, los alumnos están con pocas pilas, el colegio se empieza a vaciar y todos los recuerdos, nostalgias, actividades, peleas, reconciliaciones, amores y experiencias aprendidas cobran vida a modo de un pasado único; de una etapa que, como todas las de la vida, nunca se vuelve a repetir.
Memorias que corresponden a compañeros de curso con los que hemos compartido horas de clase y que hoy no están, compañeros que el próximo año no seguirán en el colegio, compañeros que estarán en el colegio pero en otro curso, profesores que nos seguirán viendo pero desde afuera del aula y otras situaciones más que nos han marcado como alumnos y profesores, como compinches, amigos o compañeros... todas relaciones de la cual uno aprende constantemente y de las cuales se nutre como persona.
Como todo en la vida pasa, siempre hay aspectos que quedan y sirven para sostener esos buenos momentos y relaciones creadas: el correo electrónico para mandarle un mensaje para ver cómo anda, el teléfono para escribirle un "texto" o llamarlo pasa su cumple, la dirección de la casa para pasar a tomar unos mates o el "face" para arreglar una comida o salida.
De este año cada uno puede decir lo que le gustó o no, pero lo importante es poder reconocer que todo lo que ha hecho le ha servido para crecer como persona, como compañero, como alumno, como docente, como amigo.
Por eso les agradezco por tanta paciencia, esfuerzo y por luchar por que ese vínculo tan importante que pudimos construir "no se corte nunca".
Saludos eternos de una experiencia vivida, compartida, editada y publicada en la web 2.0.
Juan.