La educación hoy


Es importante argumentar cómo en la actualidad se están manifestando prácticas tendientes a reconocer los saberes de los alumnos y propensos a romper el rol tradicional que el docente tenía dentro del espacio áulico.
En este marco, el constructivismo se erige como el paradigma propicio para desterrar aquellas representaciones propias de las pedagogías nominadas como tradicionales o autoritarias. Al mismo tiempo que fueron erigiendo posturas tendientes a superar las prácticas centradas en la figura del maestro y en la operación de transmisión.
En contextos democráticos, el discurso pedagógico acerca de la autoridad del adulto frente a la infancia se encontró atravesado por el autoritarismo, que puso su impronta en las relaciones intergeneracionales.
Como sostiene María Pierella, “la manera en que la autoridad pedagógica fue significada en ese entonces tuvo las marcas claras del autoritarismo como modelo a partir del cual definirse por oposición”.
En la actualidad considero que hay un temor al elaborar significaciones sobre conceptos relacionados con la autoridad, autoritarismo, poder. Parece que los confundimos y esa ceguera nos imposibilita construir nuevas representaciones.
Hoy en día en las aulas falta autoridad, pero entendiendo ésta como “normas claras, modelos valiosos, adultos firmes y sabios en quienes mirarse al espejo para seguir creciendo”[1]. Hay una tendencia a promover docentes “piolas” que lo que hacen es ponerse en el lugar de los alumnos, que me parece una actitud totalmente rica al momento de elaborar prácticas reflexivas y significativas, pero lo que hacen es perder la autoridad, y es en esa instancia donde el espacio pierde su eficacia y pasa a deslegitimarse .
Y es justamente en la postura anterior donde se podría citar lo que Sandra Carli manifiesta cuando menciona que “si décadas atrás, las problemáticas del aprendizaje eran inculcadas a cada alumno en particular, haciéndolo culpable de su fracaso escolar, en los años ochenta (y en la actualidad) la mirada se vuelve sobre la escuela y el docente.
Creo que en la actualidad se han internalizado construcciones sociales acerca de los alumnos que llevan a los docentes a pensarlas como irreversibles. Tal es el caso de aquellos que piensas “a los chicos no les interesa nada”, “son unos vagos”, “no estudian”. Son cuestiones que si bien pueden ser ciertas, desde el rol docente no se cuestionan las prácticas implementadas, y se fuerza a promover otras que sean lo más atractivas posibles. Caemos en el reduccionismo de criticar sin darle una salida pedagógica a los problemas del aula.
Si bien hoy en día, como en los períodos posdictatoriales manifestado por Pierella, se están manifestando situaciones educativas tendientes a poner el rol del niño como protagonista de la escena pedagógica, fomentando actitudes reflexivas del educando consigo mismo y sin reprimir la espontaneidad, libertad y creatividad de sus alumnos, no se han institucionalizado como formas legitimadas de construcción de conocimiento y sí son vistas como prácticas alternativas. ¿Alternativas a qué? Sería la pregunta si el fin es la de enseñar – aprender.
Si tomamos como referencia las producciones manifestada por nosotros al inicio de la cursada, creo que está instalada esta idea de “no quiero ser un docente autoritario, que no le interesen las necesidades de los alumnos”. La palabra autoridad esta presente en todos los postulados como aludiendo a la autoridad militar coercitiva y privadora.
Al mismo tiempo, haciendo referencia a los “docentes que queremos ser” esta marcada esta postura de reconocer el saber previo del alumno, escucharlo y comprenderlo, pero se desdibujo al noción de autoridad como lo expresa Pierella. Tenemos en nuestra red cognitiva nociones previas de autoridad vinculadas al autoritarismo, lo que conlleva a plantear nuestro saber previo como obstáculo, como manifestaban los constructivistas obstáculo epistemológico.
Considero que el principio de realidad y el teórico, en el campo, distan mucho de ser aplicables, por lo que representa un desafío para el docente poder conjugar alumnos "desmotivados", con prácticas reflexivas, dialécticas e interactivas.


[1] Pierella Maria Paula. Infancia y Autoridades el Discurso Pedagógico Posdictatorial.

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